Nuestra estancia en Córdoba, tras el campamento, se prolongó unos días por falta de billetes del ferrocarril para el viaje de vuelta. No fue ningún problema para Marrón ni para mí, con vacaciones y con la alimentación y pernocta en la Laboral pagada por el Ministerio de Educación. Tuvimos tiempo para ver la Sala-Museo del Gulmont y hasta para hacer un poco de vida de calle por la ciudad.
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